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viernes, enero 11, 2008

Ecology


ecología.

(De eco-1 y -logía).

1. f. Ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno.


ecologismo
.

1. m. Movimiento sociopolítico que, con matices muy diversos, propugna la defensa de la naturaleza y, en muchos casos, la del hombre en ella.


A los científicos se les ponen las neuronas de punta cada vez que esta importantísima distinción se pasa por alto. Es decir, cada vez que algún profano compara su ciencia con un mero movimiento social de hippies que no saben más que buscar bronca y quejarse por todo. Que, desgraciadamente, es en lo que el ecologismo está convirtiéndose a sí mismo a ojos de la sociedad.

La diferencia entre la ciencia de la ecología y el ecologismo es cada día, más abismal, y eso es algo lamentable, puesto que son dos conceptos que debían estar íntimamente ligados. Es difícil concebir un ecólogo que no sea ecologista, es decir que no ame el entorno, lo respete y haga lo posible por mejorar el trato que se le da en la sociedad y sin embargo haberlos los hay. Porque la ecología es, a mi entender, la ciencia más bonita que se ha inventado el ser humano puesto que su pretensión o su esencia es entender lo que somos, nosotros y lo que nos rodea, sin entrar en detalles inútiles pero abarcando cada nivel de la realidad observable, nutriéndose de todas las demás y englobándolas en algo que no es perfecto puesto que es una paranoia humana, pero al menos intenta encajar un mínimo los engranajes y dar un sentido a todo esto. Sin embargo a pesar de ser tan bonita y loable en la superficie ( o quizá en el fondo), a veces no es más que un montón de papeles, de números, de flechitas, de letras y de símbolos raros. Y para eso no hace falta saber cómo es un herrerillo capuchino ni donde vive si en tu papel no es más que un cuadradito al que entra energía y del que sale energía, ni hace falta tener las botas manchadas de barro del campo. No hace falta ni tener botas, de hecho.

Más frecuente es, desgraciadamente, encontrar a un ecologista que no tenga ni idea de ecología. Y señores, para hablar, hay que tener un mínimo de base. Porque una planta no siempre está bien en el sitio en que sale, una especie que no es de una región no está mejor libre en un ecosistema que no le pertenece que en un parque zoológico, un tratamiento silvícola no tiene por qué implicar una destrucción del bosque sino una mejoría, una planta de incineración no tiene por qué ser más dañina que un vertedero ni es posible en esta sociedad reducir la basura a cero ni reciclar todo lo que gastamos, porque gastar gastamos todos por más ecologistas que seamos. Y así tantas cosas que generan un rechazo en las facciones amantes de la naturaleza y cuyas acciones reivindicativas no siempre hacen un bien a aquello que tanto dicen apreciar.

Para mi este mundo es algo que muchos de los que ahora están “haciendo más por la naturaleza” que yo jamás llegarían a comprender. Y por ello a veces todo me saca de quicio: la ciencia, los ecólogos, los ecologistas y el ser humano en general y opto por la extinción masiva de la especie como única solución posible. Pero mientras que eso suceda, mi camino me ha llevado hasta el lugar que ocupo ahora, desde donde pretendo llegar a lo que creo que todos los preocupados por Gaia deberíamos aspirar: a la conservación de todo lo que se pueda y al mismo tiempo al máximo conocimiento posible dentro de nuestras capacidades o nuestras oportunidades.

Y me duele tanto el observar el desconocimiento e hipocresía de algunos de los ecologistas como el hecho de que los científicos los desprecien de ese modo desde la frialdad y la altivez que les otorgan el conocimiento y la “realidad”. Y me molesta que se desprecien mis sentimientos ecologistas cuando pienso que la carencia de dichos sentimientos hacia el entorno son una de las peores aberraciones a las que se ha abocado el ser humano, y que no se valore que desde nuestra posición de estudiantes intentamos aprender a la vez que amar para no cometer barbaridades y directamente se nos diga que perdemos el tiempo, tanto un bando como el otro. Porque tan grave es actuar sin tener en cuenta el medio por no tener ni idea de cómo funciona como actuar para protegerlo sin tener, igualmente, ni idea de lo que estamos haciendo.

Aquellos dedicados a la conservación tienen muy claro que en el mundo actual hay dos opciones: lo malo o lo peor. Cuando alguien que se supone que representa tu futuro te dice eso, se te viene el mundo abajo, pero es verdad. Sin embargo no implica la perdida de la esperanza de que un día sea posible elegir entre lo bueno y lo malo. Si luchamos porque de momento se pueda elegir lo malo, esa posibilidad seguirá abierta, mientras que si directamente dejamos las cosas pasar probablemente lleguemos al punto de no retroceso, si es que no lo hemos pasado ya.

Por ello considero que se puede ser, como dijo cierta ecóloga un día, ecólogo y ecologista. No es necesario ser científico para acceder al conocimiento, del mismo modo que ser doctor en ecología no debe, jamás, estar reñido con el deseo de defender el medio ambiente. Y por supuesto no hay peor error que generalizar y meter a todos en un mismo saco y ese es el más frecuente de los problemas que hacen que este mundo vaya como va.

Resumiendo: las personas que hacemos este blog intentamos hablar con conocimiento de causa a pesar de que en la mayoría de los casos, nos puedan los sentimientos. Considero que a muchos de los científicos, o ni eso, a muchos de los “conocedores de la verdad” les falta sensibilidad a capazos. Si eres de esos y crees que los ecologistas son idealistas románticos, en lugar de despreciarlos comparte tu verdad con ellos, dales pruebas, ya que eso es lo tuyo, y sobre todo plantéate si las cosas son tan simples como el modelo que simulaste ayer en el ordenador o si el ser humano se merece tener siempre las mejores condiciones de vida por encima de todo lo demás.

Y si eres uno de esos ecologistas que se agarran a un clavo ardiendo y que protestan por cualquier cosa que suponga una mínima modificación del medio, te conmino a informarte de todo lo que puedas antes de decir NO a todo, puesto que esa política no es posible y lo único que se consigue es que al final a uno le tomen por el payaso de turno que no tiene nada mejor que hacer. A veces hay que resignarse y hay que ser consciente de que a todos nos gusta tener una casa, calefacción, luz, agua y un mercadona a la vuelta de la esquina. Si realmente amas la naturaleza creo que el mayor esfuerzo debe enfocarse a trasmitir ese aprecio a los demás, que es el único modo de asegurar el respeto hacia lo que nos rodea para que las cosas se acaben haciendo lo mejor posible.

A todos, ante todo mente abierta, fuera hipocresías y sobre todo una miradita al espejo y a nuestro alrededor para recordar que no somos dioses, sino un pequeño y prescindible cachito más de esta gran maravilla.

6 Comments:

Blogger Sinkim said...

Se me hace raro pensar que haya ecólogos que no sean ecologistas, vamos, más que nada porque parece lo lógico. Es como si a los veterinarios no les gustaran los animales.

Lo de los ecologistas con buenas intenciones pero sin nociones básicas de ecología desgraciadamente es bastante más común.

13/1/08 00:32  
Blogger Siltha said...

Teniendo en cuenta la de biólogos a los que no les importa una mierda el medioambiente, no me extraña, Sinkim.

Darja, un post muuuuy bueno, coincido totalmente en la importancia de ambas partes de implicarse con la otra, de conocer, de amar y de respetar lo que nos rodea a partes iguales y no caer ni en un lado ni en otro únicamente.

15/1/08 01:24  
Blogger El Jose said...

Bof... este post está que se sale, demasiao que hay pa comentar y demasiado poco tiempo que estoy cogiendo de prestado... esto requiere una impresión y una lectura tranquilita en una butaca. Hoy no comento en serio, pero volveré. ;)

18/1/08 17:23  
Blogger El Jose said...

Tochón profundón como toca a un superpost como ése:

Qué razón tienes Darja. No sabes cuánta.

A mí me gusta más la segunda definición de ecología del diccionario de la RAE:
"2. f. Parte de la sociología que estudia la relación entre los grupos humanos y su ambiente, tanto físico como social"

Es curioso que casi nadie esté familiarizado con esta segunda definición. Y es más curioso incluso que la formación académica de un ecólogo pase de puntillas sobre el asunto. Un estudiante de biología se encuentra tras cinco años de estudios con un bagaje paupérrimo de formación en el aspecto de las relaciones de los seres humanos con el ambiente. No digo que no sea muy importante dominar cosas como toxicología, bioestadística, contaminantes y su evaluación o matemáticas. Al contrario, es básico. Nadie aprende a pelear sin saber cómo se da un puñetazo, pero también hay que saber cuándo y a quién conviene darlo, o acabas en comisaría o te pegan un tiro.

Con esto quiero decir que el hecho de que en todo el plan de estudios de biología sólo haya unos pocos créditos de ética, antropología, o de evaluación de impactos, gestión y legislación ambiental, me parece toda una invitación para crear mogollón de científicos tecnócratas. Como si bastara.

Uno puede ser un gran especialista en reintroducción de especies en el medio natural, e incluso saberse su legislación al dedillo. Eso basta, por lo general, para ser un buen ecólogo. Ahora bien, si uno pretende usar esos conocimientos para influir, cambiar o incluso mejorar las relaciones humanas con el entorno (de ahí lo del ecologismo como movimiento “sociopolítico”)… si no lo complementa con unos conocimientos mínimos de demografía humana, dinámica de flujos, evaluación de opinión pública, o derecho, puede que toda su gran ilusión, de un plumazo, se vaya a tomar por saco en cinco años.

Sí, ya sé que muchas de estas cosas se pueden pillar como asignaturas optativas o especialidades de posgrado. En concreto, la de ordenación del territorio incluso me gustaría hacerla yo mismo más adelante, sólo por placer. Pero no dejan de ser seis créditos de asignatura optativa que pasan muchas veces desapercibidos para estudiantes más propensos a estudiar la parte "numérica" y no la parte "humanista", por llamarlas de alguna manera.

Con esto quiero decir que muchos de los “grandes científicos” efectivamente lo son, pero no dejan de estar presos en su torre de marfil. Cuando veo a un jovencito o jovencita que empieza a trabajar en prácticas, ilusionado a tope, en la administración gracias a un plan de ocupación, es evidente que nadie le ha preparado para encontrarse con una realidad incómoda.

Nadie le dirá que le caerán broncas por sugerir un trazado de alta tensión con mínimo impacto ambiental perfectamente válido pero contrario a los intereses de un par de industriales a los que les interesa revalorizar unos terrenos municipales de signo político afín, ni que no puede evaluar negativamente la ampliación (ilegal) de la cocina de ESE restaurante (que está ilegalmente en medio de una zona protegida) por ser de interés turístico, ni cuáles entidades supuestamente protectoras de la naturaleza tienen en su personal a alguien que tenga mínimos conocimientos de ecología y que no estén dispuestas a soltar en un ecosistema sensible una especie destructora sin hacer antes un puto estudio.

Los veteranos me dirán que todo eso ya lo da la experiencia, pero al mismo tiempo esa experiencia también lleva muchas veces, a la larga, a blindarse tras un cinismo espectacular. De ahí que muchos ecólogos acaben por no ser ecologistas ni amar el entorno. A la larga, y por desconocer cómo moverse en un mundo donde no todo es ciencia, acaban por encerrarse en su mundo científico o bien resignándose a ser meros peones de los que detentan el poder, ya sean empresarios o políticos o las dos cosas. Al final acaban por hacer lo que se les dice porque para eso les pagan, igual que hacemos todos.

Al final uno tiene algo de esperanza al ver que muchos ecólogos (que con el paso de los años aún son ecologistas) continúan trabajando durante horas fuera de su jornada habitual de trabajo, muchas veces sin cobrar un duro, para cumplir con algo que muchos de nosotros hemos olvidado, que son unos principios, aún dando la cosa por perdida. Pero mira, tú, mientras se acaba el mundo y tal, pues algo hemos de hacer para no aburrirnos…

Mujer, ojalá continúes pensando así dentro de diez años. O por lo menos parecido. Será digno de cogorza pa celebrarlo ;)

21/1/08 10:00  
Anonymous Anónimo said...

Habremos cogorza, pongo la mano en el fuego ;)

22/1/08 01:07  
Blogger El Jose said...

Con una condición: invito yo. (Y vosotras pagáis) ;)

22/1/08 10:34  

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