Image Hosting by PictureTrail.com

lunes, mayo 22, 2006

Crueles e ignorantes

La verdad, me gustaría poder decir que soy una persona capaz de enfrentarse a todas o casi todas las situaciones conflictivas con diplomacia y tolerancia, pero he de reconocer, que hay ocasiones en las que, simplemente, no puedo.

Curiosamente, la mayoría de esas situaciones están relacionadas con presenciar el maltrato de un animal...

Son situaciones triviales, como ver a un par de pijas perseguir a unos indefensos patitos teléfono móvil en mano intentando sacarles una foto porque son “monísimos” o tratando de cogerlos, separándolos de su madre y poniendo muy nerviosa a la misma, niños tirándole piedras a un gato, que me cuenten que hay gente que se dedica a matar tórtolas con pistolas de aire comprimido… o cómo hoy, ver a un par de niñatos bakalas tratando de coger a una cría de gorrión en prácticas de vuelo en el césped de mi facultad, con una chaqueta y riéndose por lo divertido de la “graciosa” entretenta…

Yo, ni corta ni perezosa, dado el mal genio que me caracteriza ante tales actos, me he dirigido sin pensármelo dos veces hacia ellos con un impetuoso y cortante “¿qué se supone que pretendéis hacer con el pájaro?” y les he soltado un discurso bastante duro sobre lo que ocurre cuando uno se dedica a tratar de coger un pajarillo que está aprendiendo a volar y cuyos padres lo vigilan atentos desde los árboles para protegerlo de cualquier peligro, excepto de seres humanos idiotas, contra los que poco pueden hacer.

Después de serenarme un poco, con paciencia (sin duda gracias al efecto somnífero y sedante del sueño acumulado y la alergia) les he explicado que si los padres se asustan, abandonan a su suerte a la cría y los gatos que merodean por allí lo matarán y que si la dejan tranquila, los mismos padres se encargarán de reconducirla hasta un sitio seguro. A todo esto, el chaval pasó de estar ofendidísimo y peligrosamente rebotado por que me encarara a él sin tapujos y enfadada, a una especie de comprensión reticente con frases de comprensión de mi mensaje como “ya, se cagan vivos” (los padres) y “sólo quería ponerlo en un árbol” (no sé si debo creerle porque sonaba a excusa que tiraba para atrás) y “hala tranquila, nos vamos” mientras se alejaban ofendidísimos por la reprimenda y poniéndome verde entre ellos.

En fin, lo cierto es que todo esto me ha hecho reflexionar sobre el ser humano y la poca consideración que tiene hacia los animales y en general, hacia cualquier ser vivo. En mi sociedad más cercana y actual, se tiene poca consideración hacia los seres humanos, pero es que a los animales (no debería hacer esta distinción y lo sé, pero bueno…) aún menos. Para la inmensa mayoría de ignorantes, son poco menos que una tostadora rota y es abrumador comprobar hasta qué punto pueden tratar a los animales como meros objetos que pueden destruir para, simplemente, pasar el rato, considerando un acto cruel y atroz como algo absolutamente nimio y carente de importancia. Como quien rompe a pedradas una botella, como quien destroza un trozo de corcho blanco contra una pared, como quien hace astillas un trozo de madera…

Simplemente por el hecho de matar algo indefenso, que está bajo su poder, muy por debajo de ellos y cuya vida depende de su apetencia del momento…

Me resulta harto irónico cómo la opinión pública satanifica al lobo por el simple hecho de que, al encontrar indefenso a un rebaño de ganado, su instinto les conduce a matar al mayor número de presas posible, a pesar de no poder ingerir tanto alimento…
¿Acaso no se creen superiores a los animales por contar con razón además de instinto? Entonces en el caso de esa ingente masa de personas que actúan como apuntaba antes, ¿por qué no usan eso que les hace diferentes? ¿Cuál es la diferencia que eleva al ser humano por encima del lobo en cuanto a comportamiento y moral y otorga a este último una consideración sentimentaloide y subjetivísima en la que se lo muestra como alimaña cruel y maligna?

2 Comments:

Blogger 河曲勝人 - Kawano Katsuhito said...

Qué valiente eres, Kei, de verdad que eres digna de admiración. Honestamente, por muy indignado que estuviera, dudo mucho que yo fuera capaz de plantar cara de esa manera a dos bandarras como esos, que, a lo peor, si les tocas mucho las narices pueden acabar blandiendo un pincho o un bate delante de las tuyas...

En cuanto a lo que dices, no tengo comentario alguno que hacer porque poco se puede añadir a lo que has dicho. Lamentablemente, tienes toda la razón. Aunque por fortuna aún quedan personas sensibles y concienciadas como tú, la gente puede llegar a ser extremadamente cruel por el hecho de considerar a los animales seres "inferiores".

Sobre los pajarillos que se caen de los nidos o que se pierden cuando están aprendiendo a volar, te comentaré lo siguiente: todos los veranos, cuando en agosto nos reunimos toda la familia en el pueblo, mis tíos de Barcelona suelen traerse a su gato "Fatty". Y eso significa que, a lo largo del mes, como mínimo van a acabar su vida entre sus garras dos o tres de esos gorriones que, por una razón u otra, caen en nuestro patio. Y ya sabes cómo cazan los gatos: no matan a su presa inmediatamente, sino que "juegan" con ella, martirizándola de forma atroz. El pobre pájaro sufre una larga y lenta agonía hasta que el gato se cansa de jugar y decide poner fin a sus sufrimientos.

Aunque sabemos perfectamente que el gato actúa movido por su instinto y no es responsable de lo que hace, a nosotros nos da mucha pena presenciar la tortura del pobre y aterrorizado pajarillo, que es consciente de que está condenado a una muerte terrible.

Una vez pudimos rescatar a uno de esos infortunados gorriones a tiempo. Aparentemente no estaba herido, pero era incapaz de remontar el vuelo. Como no sabíamos muy bien qué hacer con él, porque dejarlo en el patio era condenarlo a muerte, opté por sacarlo a la calle y soltarlo allí, confiando en que su madre lograra localizarlo. Nada más dejarlo en el suelo, el gorrión se alejó a saltitos y se ocultó debajo de un coche aparcado. Ignoro qué fue de él, y tampoco sé si hicimos lo correcto, aunque probablemente su destino, sea cual fuera, fue mucho mejor que el de ser torturado por "Fatty", que por lo demás, cuando no saca a relucir su instinto de cazador implacable, es el gato más buenazo que conozco...

23/5/06 11:19  
Blogger El Jose said...

Kei, me temo que quejarse de que el ser humano demoniza a todos los animales que pueden resultarle competencia o se meten en su territorio es como culpar al lobo de tener hambre. Está en la naturaleza humana el ser un carroñero despiadado que arrasa con lo que encuentra si antes no se le condiciona a hacer lo contrario. Se empieza matando hormigas, se sigue con los pajarillos, y se acaba por los de tu propia especie. (Algún día espero poder escribir algo sobre la que se está montando con la reintroducción de osos en el Pirineo... bof...) Por suerte para tí, esos bakalas tampoco vieron ningún beneficio en rebotarse contigo.

Hiciste lo que tenías que hacer,(de hecho, de tí no esperaba otra cosa) pero con poca cabeza (también previsible). Podría haber acabado mal conque uno de los bakalaos fuera con la novia y tuviera que haber demostrado que a él no le hablaba mal nadie. Si realmente te ves forzada a situaciones como ésa, sé consecuente y lleva encima al menos un gas lacrimógeno, coñe (recomiendo humildemente la marca Skram, es la única homologada ;) )

25/5/06 08:51  

Publicar un comentario

<< Home

La Madre Tierra sufre en silencio. ¿Te atreves a ser su voz?
Hijos de Gaia
Copyright © 2005 Reservados todos los derechos.