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sábado, marzo 17, 2007

Menú del día.- Langostinos


Los alimentos que llegan a nuestro plato cuentan con una larga historia a su espalda, una historia que, de ser conocida, haría que se nos atragantase el bocado en más de una ocasión (al menos, a los que tienen conciencia). ¿Sabéis que consumir ciertos productos favorece la destrucción de ecosistemas únicos y la miseria de aquellos que lo consiguieron para vosotros? El desarrollo de cualquier actividad conlleva un impacto, no cabe duda, pero hay ocasiones en las que la acción tiene un alcance social, económico y ecológico tan importante que no puede ser ignorado.

Veamos el ejemplo de la cría de gambas, camarones y langostinos. Los principales países productores son Tailandia, Ecuador, Indonesia, China y la India, todos ellos países tropicales en vías de desarrollo. En sus estuarios costeros, donde se mezclan el agua del mar y la de los ríos, las condiciones dan lugar a un peculiar bosque salado, el manglar. Los árboles que forman estos bosques sobreviven con sus raíces sumergidas bajo el agua y están adaptados a tolerar la salinidad y la falta de oxígeno por encharcamiento. Éstos enclaves son refugio de un gran número de especies, tanto que su biodiversidad puede compararse con la del bosque tropical terrestre, que se considera el ecosistema más diverso del planeta.



Pues bien, la principal amenaza para este bosque en la actualidad no es otra que la implantación de los criaderos de langostino que tan tranquilamente consumimos los países desarrollados, siendo los principales importadores Estados Unidos a nivel mundial y nosotros, los españoles, en el continente europeo. La instalación de la infraestructura para la cría conlleva la tala completa del bosque, actividad que hoy en día supone ya 11.000 kilómetros cuadrados de manglar perdidos.



Otra suerte de daños se producen durante el proceso de cría. Por demanda de los consumidores, se acostumbra a cultivar especies provenientes de otros lugares del mundo, que se escapan de las piscinas y colonizan el medio, desplazando a las especies nativas. Además, se emplean multitud de productos químicos nocivos con el fin de evitar enfermedades, que surgen con frecuencia dada la alta densidad de individuos que conviven en un espacio reducido. Éstas sustancias (fertilizantes, antibióticos y plaguicidas entre otros), provocan un alto grado de contaminación de las aguas circundantes, afectando a las especies que aún sobreviven tras la tala del bosque.

Pero no todo son consecuencias medioambientales que puedan parecernos ajenas. El ser humano tampoco sale bien librado. Este tipo de industria requiere la utilización de enormes cantidades de agua dulce que provoca la desecación de los acuíferos y su posterior salinización, lo que los deja inservibles para su utilización. Por otro lado, la población de los lugares en los que se instala este tipo de acuicultura, a pesar de encontrar empleo en la industria, se ve incapaz de pagar los altos precios del producto y ha de cumplir con la prohibición de hacer uso de la pesca tradicional para conseguir alimento. Todo ello contribuye al empobrecimiento de la sociedad envuelta en este tipo de actividad, sin entrar en que la tala del manglar pudo haber contribuido a empeorar las consecuencias del tsunami ocurrido hace ya dos años.

Y no os creáis que a aquellos que consumen gambas y langostinos procedentes de estas granjas no se ven afectados: los productos químicos antes mencionados pueden influir también en la calidad del alimento y en la salud del consumidor.

¿Qué? ¿Os quedan ganas de seguir comiendo langostinos?

Pues preparad el estómago, que en la próxima entrega hablaremos de la perca del Nilo.


PD: Si queréis saber más del tema, lo que no estaría nada mal, podéis visitar este enlace:

2 Comments:

Blogger El Jose said...

Pues sí, Dev, ahora mismo me apetecen mucho unos langostinos con su salsita rosa y tal. Esa es la mala noticia.

La buena es que me has convencido y que me voy a aguantar. Con un par. Y te animo a que sigas descubriéndonos cuántos casos similares hay por estos mundos.

Joer qué duro que es esto de tener principios... espero que antes de morirme no tenga la sensación de haber hecho el primo.

20/3/07 10:31  
Anonymous Anónimo said...

Pos sí que es duro, sí... Y trabajoso. Pero bueno, digo yo que habrán más gambas en el mercado que las que traen de estos criaderos...

¿No?

21/3/07 15:49  

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