Image Hosting by PictureTrail.com

martes, septiembre 13, 2005

Tráfico de especies

Seguramente, al leer el título, la mayoría habréis pensado en todos esos animales exóticos con los que se comercia ilegalmente a lo largo y ancho del mundo. De hecho, esta actividad ocupa el tercer lugar dentro de las actividades que mueven más dinero, además de ser una de las causas de la extinción de especies y la alteración de sus hábitats, ya se trate de las propias especies vendidas o de las que se ven desplazadas por ellas, como ocurre con los galápagos leprosos y las tortugas de Florida en España, otro buen tema para un artículo.

Pero no, hoy vamos a hablar de algo menos evidente, un tráfico que se lleva a cabo todavía más en secreto. Tanto, que ni siquiera nosotros mismos nos damos cuenta.

Hace poco se ha descubierto una nueva especie de mosquito en España, centrada sobre todo en Cataluña. Recibe el nombre de mosquito tigre (Aedes albopictus), debido a las bandas blancas y negras de su abdomen y, tal vez, a su lugar de origen, pues el hábitat natural de este insecto se halla en el continente asiático. Un dato curioso es que centra su actividad en las horas de luz, al contrario que la mayoría de los mosquitos autóctonos, con los que compartimos nuestras noches de verano.




¿Y cómo ha llegado hasta aquí este vampiro diurno? De la manera más inocente. Sus huevos se desarrollan en ambientes sombríos y húmedos, y qué mejor lugar que un neumático. Suena raro, ¿no? Resulta que los neumáticos usados no suelen almacenarse en almacenes techados, de modo que acumulan el agua de lluvia en su interior, proporcionando a los mosquitos un ambiente idóneo para la reproducción. Las hembras dejan en el agua sus huevos y larvas, y cuando estos neumáticos son transportados, éstas siguen con su vida allá donde estén. Otra forma de que lleguen hasta aquí es en el interior de los recipientes con agua en los que se conservan las plantas de bambú de la suerte, tan famosas últimamente.

Seguramente a nadie le importe que esta nueva especie, que ya se ha asentado en Italia, desplace a otros mosquitos autóctonos. Todos chupan la sangre, así que, qué más da, ¿verdad? Pero, bueno, apelemos a nuestra propia seguridad. Lo que seguro que no deja a nadie indiferente es que estos bichitos de cinco milímetros son vectores potenciales de unas cuantas enfermedades realmente interesantes, como el dengue, la fiebre amarilla o el virus del Nilo (con nombres tan bonitos como chikungunya, sindbis o tahiya) que circula por el Mediterráneo. Esto ya no hace tanta gracia, de modo que ya se está estudiando la manera de erradicar larvas y huevos antes de que se desarrollen, y se avisa a la población que evite dejar agua de lluvia o de riego en recipientes o macetas al aire libre.

La conclusión que sacamos de todo esto es que, aún sin quererlo, los seres humanos modificamos, con nuestra manía de cambiar las cosas de sitio, toda la biosfera y el medio natural. Ahora pasa con los mosquitos como en su día ocurrió con las cucarachas rojas americanas (Periplaneta americana). Y lo peor de todo es que, a menor tamaño, mayor complicación para controlar las poblaciones y resarcir el error. Pero, en fin, es lo que hace la ignorancia. Ahora tenemos cucarachas rojas en vez de negras, y pronto tendremos que vigilar nuestros tobillos tanto de noche como de día. Supongo que a todo puede acostumbrarse uno, ¿no? Y si no, siempre podemos irnos a vivir a la Luna...


Fuentes: Periódico El Mundo
Fotografía: http://www.comune.torino.it/
La Madre Tierra sufre en silencio. ¿Te atreves a ser su voz?
Hijos de Gaia
Copyright © 2005 Reservados todos los derechos.