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jueves, septiembre 22, 2005

Al trabajo, sin mi coche



Éste es el lema de la campaña medioambiental de este año en toda Europa para el Día Sin Coches. Como en tantas otras ciudades, este día simbólico se ha celebrado en la mía hoy día 22 de septiembre, durante el cual se ha cortado el tráfico en cinco calles de las más céntricas del pueblo. Claro, que no sé yo si habrá participado mucha gente, porque los polígonos industriales están en las afueras... Muchas personas, entre las cuales yo me encontraba hasta hace poco, consideran una soberana estupidez esto del “Día de...”, y es comprensible. Prohibir la circulación de automóviles en cuatro calles un día al año no va a solucionar el problema del cambio climático, sobre todo mientras las grandes potencias se nieguen a disminuir sus emisiones de gases invernadero, gracias a dirigentes tan concienciados como nuestro reverenciado señor Bush...

Pero el mundo somos todos, y no hace falta esperar a la orden del cabecilla de turno para empezar a cambiar las cosas. Como seres independientes y pensantes (o con posibilidad para ello), podemos hacer mucho por mejorar nuestra realidad. Éste es el verdadero enfoque de este tipo de iniciativas: hacer ver a cada ciudadano su capacidad de actuar. Para ello, ese día se celebran circuitos en bicicleta y una serie de cursos de Educación Vial y juegos para los niños, y se incentiva un cambio de conducta, regalando tickets de estacionamiento en aparcamientos subterráneos o dando un billete de autobús gratis al comprar otro. Estas actividades son un esfuerzo que, como toda actividad de Educación Ambiental, puede no tener el alcance y los resultados que desearíamos. Pero bueno, aún así, menos posibilidades hay de recoger fruto si no se siembra la tierra.

Y verdaderamente nos hace falta obtener cosecha, porque el problema es grave y está asumido, que es lo peor del asunto. Ya que tengo a mano el folletito informativo de mi ciudad, usémosla como ejemplo. Elda tiene unos 60.000 habitantes (y ni un solo cine - triste, pero ése es otro asunto-) y se sustenta gracias a la industria del calzado (en quiebra por el traslado de la producción a países menos desarrollados y más baratos, como China – otro triste asunto que tampoco nos ocupa-). Pues bien, sólo para circular por la ciudad se mueven 25.662 coches y 6.492 motocicletas. Claro, tras eso no sorprende que el 84,37% de los trabajadores del polígono industrial más importante acudan a él en coche, de los cuales el 73,40% viaja solo.

No se les puede criticar, ciertamente. Ir en tu propio coche es mucho más cómodo. Te pones tu música favorita, sacas la mano por la ventanilla y disfrutas de tu independencia hasta que llegas a la oficina para pasarte las próximas cinco horas tecleando como un poseso frente al ordenador, mientras atiendes las llamadas que tu jefe no se digna a contestar y su sobrina te calienta la oreja con los últimos cotilleos que circulan por la oficina. Realmente, subirse al coche a la una del mediodía en soledad, paz y armonía es como tocar el cielo tras eso. Pero, ¡ah! ¿Qué te encuentras al salir del aparcamiento? Un atasco de esos que queman la sangre al más pacífico.

Parece que no, pero esto puede solucionarse. Imaginad que, en lugar de ir cada uno en su coche, los compañeros se ponen de acuerdo para ir de tres en tres. Pues bien, el número de coches se reduciría a 8.554, lo que conllevaría llegar un cuarto de hora antes a casa, comer con tranquilidad y dar una cabezadita sin tener que poner la quinta a las tres menos cuarto para estar del vuelta en el trabajo a tiempo. Y para los más asociales, si eso de estrechar la relación con los compañeros no convence, siempre puedes coger el autobús, ponerte tus cascos y leer el periódico para aislarte de los que te rodean. El caso es que, dando un poquito a torcer el brazo, ahorraríamos cabreos, tiempo, dinero y, ya de paso, gasolina (que está muy mal la cosa), y le haríamos un tremendo favor a la atmósfera y a los oídos de los que viven en las calles principales.

Lo malo es que cuesta tanto hacerse a la idea... Tristemente, los motivos por los que las cosas no son así, son la costumbre y la comodidad. ¡Cuántas cosas no irían mejor si modificásemos pequeños detalles de nuestra conducta...! Si por un instante pensáramos de forma global, pero por nosotros mismos, como individuos, como partes importantes... Si no nos encasquetásemos las orejeras como los burros para continuar caminando hacia una meta insegura con la vida a cuestas... No es tan difícil hacer que todo vaya mejor. Lo que necesitamos es ese pequeño impulso, ese toque de atención, que nos haga abrir los ojos y descubrir que, como un atajo, la trayectoria que llevamos hace que el viaje sea más corto y sencillo, pero puede irnos desviando hacia un callejón sin salida sin que nos demos cuenta.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Acabo de llegar de Madrid y tenías que ver la cantidad de coches, los nervios y las prisas que lleva todo el mundo, como si el mundo se fuera a acabar si van a menos de 140 km/h, verdaderamente deprimente.

Con lo relajada que es la vida en una ciudad pequeña :-D

24/9/05 23:52  
Anonymous Anónimo said...

Woooooo, un comentario!!!!

Te adoramos, oh, SInkim!!!

Vale, ya...

ejem...

La verdad es que las veces que he estao en Madrid ha habido momentos en que he querido morir (y de hecho, solo me hubiera hecho falta asomar la cabeza fuera de la acera para perderla ipso facto)

Supongo que yo tambien soy muy susceptible al tráfico, si ya me agobia en determinados momentos en nuestra ciudad y eso que solo son 25.662 coches y 6.492 motocicletas...

25/9/05 10:49  
Anonymous Anónimo said...

>>> Te adoramos, oh, Sinkim!!!

Me gusta como suena eso :-D

Y tranquilas, que no haya comentarios no quiere decir que no os leamos, lo que paso es que los post son tan claros que se puede añadir poco :-D

25/9/05 20:04  

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