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jueves, diciembre 28, 2006

De peluche (segunda parte)

Dani se levantó de la cama de un salto aquella mañana de Reyes. El niño, descalzo y en pijama, se encaminó al salón en busca de los regalos dejados por sus Majestades Mágicas. ¿Qué le habrían traído este año? ¿Habrían hecho caso a lo que les pidió en su carta?

Cuando entró en la habitación, se detuvo frente al pequeño abeto maravillosamente decorado. Su padre lo había traído de un vivero hacía ya unas cuantas semanas. Estaba un poco mustio el pobre, y su madre siempre andaba enfadada porque cada vez se le caían más hojas y había que estarlas barriendo cada día. Pero Dani no se paró a pensar en el abeto. Total, al acabar la Navidad, seguramente lo tirarían a la basura.

En lo que Dani sí se fijó muy bien fue en los paquetes de regalo que habían aparecido al pie del pobre espantajo, todos recubiertos de papel de vivos colores, y pompones, y lazos. Con desesperación, se lanzó sobre el paquete que tenía su nombre. ¡Qué grande era, y pesaba bastante! Sin poder esperar más, comenzó a rasgar las capas de papel. Bajo todas ellas, descubrió una caja de cartón con agujeros de la que salía un ruidito muy tenue y apagado.

Cuando quitó la tapadera, unos lacrimosos ojos negros le miraron desde dentro de la caja. Unos ojos vivos. “¡Un perro!”, exclamó Dani, y enseguida sacó al cachorrillo, que le lamía desesperadamente las manos entre gemiditos de satisfacción, aliviado al descubrir que no estaba solo y que no iba a volver a estar encerrado.

Los primeros días, todo fue alegría y diversión, y Wally, como lo había llamado Dani, era el centro de atención en la casa. El niño se pasaba horas jugando con él en su habitación, mientras sus padres se entretenían en sacarle fotos entrañables que mandaban a sus familiares y amigos por internet.

Pero el niño volvió al colegio y los padres al trabajo, y Wally se quedó solo en casa, encerrado otra vez. Aburrido, deambulaba de un lado a otro de la casa, buscando los aromas de su familia en todas partes durante todo el día. Es cierto que el verlos llegar por la tarde bastaba para olvidar la soledad de todo el día, y ni siquiera las riñas por dejar hecho un asco el pasillo con sus porquerías conseguían aguarle la fiesta.

Pasó el tiempo, y Wally se fue haciendo un jovenzuelo más y más grande, y más y más inquieto. Descubrió lo entretenido que podía ser morder el bajo del edredón de Dani o lo divertido que era el ruido que hacía la ropa interior de su madre al rasgarse. A falta de palos de madera con los que jugar, le dio por roer las patas de las sillas del comedor y le faltó tiempo para hacer del cubo de basura un lugar de visita diario.

Nada era suficiente y, al final, Wally acababa por quedarse dormido sobre su última presa, un cojín destrozado, esperando a que sus dueños regresasen y le dijesen unas pocas palabras de cariño.

Un mes después, cuando Dani llegó del colegio, buscó a Wally por toda la casa, llamándolo por su nombre. Cuando sus padres llegaron a casa, les preguntó donde estaba su perrito. Su madre le contestó que no lo sabían, que seguramente se había escapado. Dani no podía entender cómo podría haberlo hecho, si aún no le había enseñado a abrir puertas. Sus padres le quitaron importancia al tema, diciéndole que habría encontrado nuevos amigos perros, mientras sacaban de una bolsa el nuevo videojuego que le habían traído del centro comercial...

Wally, por su parte, pasó varios días caminando por la carretera en la que sus dueños le habían dejado, pasando hambre y frío, preguntándose qué había hecho mal y sintiéndose terriblemente solo otra vez.

Un coche que circulaba con los faros apagados acabó poco después con su sufrimiento.
...

Por favor, si ha de pasar esto...

MEJOR QUE SEAN DE PELUCHE

5 Comments:

Blogger Sinkim said...

Lo raro es que el chaval no se encontrara al perro muerto, porque ¿de qué sirven los agujeros de la caja si luego la envuelves en papel? :-PP

Ahora en serio, los padres a veces demuestran muy poco juicio porque aunque un niño dé mucho la lata pidiendo un perro son los padres los que deben pensar en las consecuencias, el trabajo que conlleva y la responsabilidad que supone cuidar a un ser vivo y no sólo en "vamos a comprarselo para que se calle y nos deje ver la tele en paz".

Al fin y al cabo muchos niños piden un hermanito y no se los dan tan alegremente, espero.

29/12/06 13:55  
Blogger 河曲勝人 - Kawano Katsuhito said...

Enhorabuena, Dev. Un post de lo más acertado, como siempre, y que una vez más pone el dedo en esa llaga sangrante que parece que nunca se va a cerrar.

Justamente ayer, 2 de enero, en el viaje de vuelta a Madrid tras haber pasado las vacaciones navideñas en el pueblo, a pocos kilómetros de la localidad de Molina de Aragón (Guadalajara) vimos un perro que deambulaba por la carretera, totalmente desorientado, con evidentes señales de haber sido abandonado recientemente, quizás esa misma mañana, y que seguramente pocos meses atrás había sido el regalo de cumpleaños de algún chaval como el Dani de tu relato. Iba por el lado derecho de la calzada y justamente le dio por cruzar al otro lado justo delante de nuestro coche. Si no le atropellamos fue porque tuvo la gran suerte de que era de día y por ello le vimos con bastante antelación, y además íbamos despacio y no había ningún otro coche pegado detrás nuestro, por lo que pudimos reducir la velocidad a tiempo para que pudiera cruzar.

En ese momento, al verle alejarse a través del espejo retrovisor, recé para que el pobre animal al menos lograra llegar sano y salvo al pueblo, donde quizás tendría alguna probabilidad de sobrevivir. Desde luego, serían más que las que pudiera tener ahí en medio de la carretera. Espero que lo consiguiera y que no acabara bajo las ruedas de algún otro coche que no fuera tan despacio y atento como íbamos nosotros.

Supongo que habéis leído la historia de Hachiko en el blog de Deed, ¿verdad? Es conmovedora, de las que llegan al alma. Yo ya la conocía de antemano, pero me ha emocionado mucho volver a leerla con tanto detalle. Y reflexionando sobre ella, no deja de sorprenderme hasta qué punto los animales pueden mostrar tales sentimientos de afecto y lealtad hacia unos seres supuestamente superiores que con toda la arrogancia se autocalifican como sus "amos"... y que, lejos de corresponder a ese afecto, son capaces de llegar a tratarlos de una forma tan cruel, moliéndolos a palos, envenenándolos o abandonándolos a su suerte cuando dejan de ser unos "monos" y "encantadores" cachorritos.

Y luego vamos nosotros y nos llamamos, con todo el cinismo y arrogancia del mundo, "animales racionales"... :- /

3/1/07 12:42  
Anonymous Anónimo said...

Yo también pensé eso, Sinkim XD Peoro, weno, pongamos que el papel tiene poros XD

Y, en fin, para qué añadir más que "de acuerdo" enorme con todo lo que decís.

El problema es que seguirá pasando hasta que no se sensibilice a la gente, y eso está muy crudo...

3/1/07 13:10  
Anonymous Anónimo said...

Yo también regresé de Madrid el día dos. A la ida, el 29, vi dos perros abandonados en la carretera. A la vuelta, vi otro. Es de resaltar que dos de ellos eran galgos de caza. ¿De veras tengo que poner buena cara a los cazadores que tienen un sano y divertido hobby en asesinar con armas de fuego animales indefensos por su propia diversión y después, cuando sus perros de caza se hacen demasiado viejos, los abandonan o matan sin miramientos para que no resulten una molestia? ¿Sabéis cuántos perros de esta clase CUELGAN de los árboles cuando acaba la temporada de caza?

5/1/07 02:30  
Blogger Sinkim said...

De una persona que mata animales por diversión no se puede esperar que tenga sentimientos para cuidar animales cuando ya no les sirven.

5/1/07 12:45  

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